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Pentecostés en la parroquia hispanohablante

Santa Confirmación

Overweging Preek - gepubliceerd: zondag, 19 mei 2024 - 1024 woorden

En la solemnidad de Pentecostés, estuve en la parroquia española de la Basílica de San Nicolás en Am­ster­dam. Catorce candidatos recibieron la santa confirmación ese día en la iglesia que estaba completa­mente llena de creyentes, como casi todos los domingos. Fue una celebración hermosa y festiva.

¿Hay fuego en ti?

PENTECOSTÉS Parroquia hispanohablante


¡Qué día tan maravilloso, queridos confirmandos, para daros la Santa Confirmación! En el día de Pentecostés, los apóstoles también recibieron el Espíritu Santo, ¡y hoy os sucede a vosotros!

El efecto del don del Espíritu Santo


En el día de Pentecostés, experi­mentamos algo especial. De un grupo de hombres que se preocupaban sobre todo de sí mismos y que se preguntaban al seguir a Jesús: "What’s in it for me? ¿qué gano yo? los apóstoles se convir­tieron en un grupo que salía con audacia, abierta­mente y sin miedo a todas las personas; Aquellos apóstoles se comprome­tieron en adelante con Jesucristo y con sus prójimos, a los que querían servir. Así que el espíritu desde el que vivían cambió total­mente.
¿Y qué causó esto? El don del Espíritu Santo.

Nuestro espíritu


Esto también es importante para nosotros. ¿Cuál es el espíritu del que vives?
¿Y cómo sabes si es el Espíritu Santo y no un espíritu confundido o equivocado? ¿Cómo puedes discernir si estás animado por el Espíritu de Dios o por tu propio espíritu mezquino o incluso por el espíritu maligno?

San Pablo y el Espíritu Santo


La segunda lectura de hoy de la primera carta de Pablo a los Corintios enumera dos características por las que se puede saber si alguien está animado por el Espíritu de Dios: "Nadie puede decir 'Jesús es el Señor' si no es por el Espíritu Santo". Y luego esto: "La revelación del Espíritu se comunica para el bien de todos". ¿Qué dice esto? Básica­mente dice lo siguiente: Si estás glorificando a Dios y tu vida se centra en el bien de todas las personas, entonces el Espíritu Santo, el Espíritu bueno, el Espíritu de Dios está actuando en ti.
Así es en nuestras vidas como fue con los apóstoles: ¿estás centrado en ti mismo, dando vueltas a tu alrededor? Eso no es del Espíritu Santo. Estamos llamados a ser como los apóstoles después de la efusión del Espíritu Santo.

Fuego

Ese Espíritu Santo vino sobre los discípulos en lenguas de fuego
y ellos mismos se convir­tieron en personas de fuego. Esta es una señal importante también para nosotros: ¿Hay fuego en ti? ¿Somos fervientes en el servicio a Dios y al prójimo? Entonces estamos animados por el Espíritu Santo.
Importa mucho el espíritu con el que una persona vive y realiza su trabajo. Alguien que cumple pulcra­mente con su deber, que hace lo que tiene que hacer, que no se sale de las líneas, es quizá un dechado de deber, pero tampoco más que eso. Sólo cuando a eso se le añade entusiasmo e inspiración, la persona misma será feliz, se convertirá en una persona ardiente y de ella saldrá un fuego que puede iluminar a los demás, que anima, que hace que todo sea bello y atractivo.

Encen­der un fuego

Cuando conocemos a una persona entusiasta e inspirada, nosotros mismos nos volvemos inspirados y entusiastas. Por tanto, una persona ardiente e inspirada puede inspirar a otros, y si nosotros mismos estamos animados por algo bello y bueno, por el buen Espíritu, podemos encen­der un fuego en este mundo. Eso es lo que se necesita increíble­mente especial­mente en nuestro tiempo, personas con pasión por Dios y por sus prójimos. Tanto depende del entusiasmo y de la inspiración.

Entusiasmo y inspiración


"Entusiasmo" viene del griego "en" y "theos" y significa literal­mente estar en Dios, lleno de Dios; La palabra "inspiración" también va en esa dirección: que viene del latín "in spirare", soplar dentro, respirar dentro de algo. Así es como lo oímos en la primera lectura y en el evangelio: el Espíritu Santo vino sobre los discípulos como un viento, un soplo y Jesús mismo sopló sobre los discípulos, sopló sobre ellos para darles el Espíritu Santo.

Así sucede también con nosotros: el Espíritu Santo es como un soplo, invisible pero vivificante; que te da paz, te hace feliz, te llena, te hace positivo y poderoso, animado por ideales.

Rezamos

¿Y si ahora no te sientes así? Si estás más bien triste y deprimido si te rodeas a ti mismo y no te atreves a salir?
Tal vez entonces nece­si­tes especial­mente una buena ayuda, pero recuerda al mismo tiempo: también los discípulos se sentían así antes de la venida del Espíritu Santo. Es una razón más para rezar: Ven, Espíritu Santo, ¡déjame vivir con­tigo y por tu poder! ¡Que nuestra madre María sea intercesora en esto!

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