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ORDENACIÓN SACERDOTAL DE JOSUÉ Y IGNACIO

Overweging Preek - gepubliceerd: zaterdag, 25 mei 2024 - 1252 woorden
Los nuevos presbítero con el Nuncio Apostolico y el Secretario, S.E. Mons. Andrés Gabriel Ferrada Moreira
Los nuevos presbítero con el Nuncio Apostolico y el Secretario, S.E. Mons. Andrés Gabriel Ferrada Moreira

El 25 de mayo, Juan Ignacio Jiménez Walker y Josué Enmanuel Mejia Sánchez recibieron la sagrada ordenación sacerdotal en la catedral basílica de San Bavón de Haar­lem. A continuación reproducimos la traducción al español de la homilía de la ordenación sacerdotal.

Introducciòn

Excelencias, Mons. Andrés Gabriel Ferrada Moreira y Mons. Paul Tschang In-Nam, queridos familiares, amigos y hermanos de Juan Ignacio y Josué Enmanuel, hermanos y hermanas, os doy a todos la más cordial bienvenida. Hoy celebramos con gran alegría la ordenación sacerdotal de Ignacio y Josué, somos tes­tigos de la gracia que Dios, en su bondad, concede hoy a la Iglesia, y rezamos para que estos dos ordenados sean sacerdotes, presbiteros santos y felices y entreguen con gozo su vida por Jesucristo y su Iglesia, el pueblo de Dios. Os deseo una buena y bendecida celebración.

 

HOMILÍA DE ORDENACIÓN SACERDOTAL

Para perdonar...

Hermanos y hermanas,

El Señor Jesucristo resucitado

envió a sus apóstoles

para perdonar los pecados.

Así os envía a vosotros, queridos ordenandos.

Este es el núcleo de nuestra misión

el perdón de los pecados;

este es nuestro deseo:

Que todas las personas puedan recibir

la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Este era el deseo del corazón de Jesús,

por el que murió y resucitó

y por el que vosotros os hacéis sacerdotes.

 

El fun­damento

Antes de que Jesús envíe a sus discípulos

a perdonar los pecados

les da el Espíritu Santo.

La primera lectura también comenzaba

hablando del Espíritu de Dios.

Ese es el fun­damento.

Es bueno recordarlo:

hagas lo que hagas en la vida,

...como sacerdote, pero también como casado, como laico..:

en primer lugar, no está tu trabajo, tu éxito o tu logro.

Así que no vivas tu propio trabajo,

como si lo hicieras todo tú solo.

Vive en la realidad,

así que date cuenta y experi­menta que todo es un regalo,

todo lo que puedes y haces

te ha sido dado,

cada segundo de tu vida es un regalo

una gracia:

La iglesia no es tuya, y tú no eres un Mesías

ni son siempre nuestras maravillosas cualidades

las que determinan el éxito de nuestra misión;

y a veces tu oración y tu sufrimiento valen más a los ojos de Dios

que la mayor obra que hayas hecho.

Todo procede de los dones de Dios,

del Espíritu que se nos ha dado.

Una boda...

Queridos Juan Ignacio y Josué,

hoy celebramos una boda.

No, no estoy confundido

y no os preocupéis:

recibiréis la ordenación sacerdotal,

pero se trata también de un matrimonio espiritual.

 

De las religiosas solemos decir

que Jesús es su novio,

como signo de ello, muchas religiosas lle­van un anillo.

 

Tú serás el novio,

tu novia será la Iglesia,

tu matrimonio es una alianza con el pueblo de Dios.

Las promesas que vais a hacer

son, por así decirlo, el "sí" de vuestro corazón

al don que vais a recibir.

Por la imposición de mis manos

y la oración de ordenación

el buen Dios os dará su Espíritu

y unirá vuestra vida futura

con la de la esposa de Jesucristo,

en una alianza eterna.

Como sacerdote ordenado

haréis presente sacra­mental­mente a

Cristo, cabeza y esposo de la Iglesia.

Eso no es algo para exaltarse,

a lo sumo algo para humillarse

porque ese Esposo

se ha hecho servidor de todos nosotros.

Portadores de Cristo

Todos nosotros, todos los creyentes

que hemos recibido el santo bautismo y la confirmación,

somos portadores de Cristo,

hacemos presente a Jesucristo;

Él vive en nosotros

y la vocación de todos nosotros es vivir

con y desde esa presencia de Dios en nosotros.

Por eso, que Cristo esté en nosotros es una gracia y una vocación:

has sido bautizado, has recibido confirmación,

has sido ordenado sacerdote,

Él vive en ti.

Respon­der a ello es tu vocación.

¿Puede la gente reconocer a Jesucristo en ti,

en lo que eres, en lo que dices y en lo que haces...?

 

Para un sacerdote, la pregunta concreta es:

¿Puede la gente, puede la comunidad

reconocer a Jesucristo en mí,

como el esposo que da su vida

por su esposa, la Iglesia?

¿Podrás lograrlo?

Dais toda vuestra vida

al servicio de Cristo y de su Iglesia.

Quizá os preguntéis:

¿Puedo lograrlo?

A veces la parece que a los demás les va mejor a que a nosotros;

pasamos por tentaciones y pruebas.

¿Podrás lograrlo?

La respuesta es: ¡No!

Tú no puedes,

Él puede, en ti.

Permanece en Él

porque todo es gracia.

Euca­ristía

Cada Euca­ristía que celebres

te recuerda:

Esto es mi cuerpo... Esta es mi sangre

entregada por ti;

te recuerda que te has dado tú mismo, entregado...

al mismo tiempo es su cuerpo y su sangre

que tú presentas y recibes,

la fuente que te fortalece y renueva en tu entrega.

¡Vive de la Euca­ristía!

Para servir

El Concilio Vaticano II subrayó

que el sacerdocio es un servicio,

"sacerdotium ministeriale",

sois ordenados sacerdotes

para servir al pueblo de Dios

para proclamar la palabra de Dios,

celebrar los misterios de la salvación, los sacra­mentos,

y estar como un buen pastor

en medio del pueblo de Dios.

No se trata tanto

de un cargo o función lo que estáis asumiendo,

sino de una presencia sacra­mental.

Un ser y un regalo

Los niños a veces preguntan cuando voy a administrar la confirmación:

"¿Entonces, tu eres el jefe de la iglesia?".

La gente suele pensar en posiciones, en lo alto y lo bajo,

en poder y autoridad

Ser sacerdote no es eso.

Se trata de un ser

y ese ser está ahí para servir.

Que Dios os permita servir; es un regalo.

En avión

Cuando estás en un avión

recibes todo tipo de ins­trucciones antes de partir

sobre qué hacer en caso de emergencia.

Si viajas con un niño

primero tienes que ponerte

el chaleco salvavidas

antes de ponérselo al niño.

Lo mismo ocurre en la vida espiritual:

primero ponte tú mismo el chaleco salvavidas

Antes de ayudar a otro ,

tienes que ayudarte a ti mismo;

así que: cuídate tú espiritual­mente primero,

porque nadie da lo que no tiene;

primero debes recibir para poder dar;

cuando te hayas ali­mentado espiritual­mente,

podrás dar ali­mento espiritual a los demás.

 

El envío que vais a recibir

se basa en el don del Espíritu Santo

que ahora estás a punto de recibir.

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